Por: Jaime Hurtado Antelo
Cada vez que evoco los recuerdos nostálgicos de mi vida de colegial, siempre viene a mi mente el Colegio Gabriel René Moreno, la cuna de mi enseñanza, el inicio de mi formación; y es que no puede uno dejar de pensar que los mágicos momentos de colegio pasan en tan solo un instante, los primeros amigos, nuestros primeros maestros, los directores, todas aquellas personas que de una u otra manera nos inculcan enseñanzas que nos guiarán y formarán parte de nuestra vida de adultos, hace 22 años que salí de bachiller (1988) y tengo muchos recuerdos hermosos de los cuales mencionaré aquellos que marcaron una etapa de mi vida; mi profesora de kinder, la Sra. Pimpa Parada que hoy la veo ‘igualinga’ de joven y radiante como cuando nos hacia jugar con plastilina y pintar con crayones, conservo una foto hermosa de ese ciclo de mi vida yo un ‘flacuchento’ puro ‘tabas’, sentado en un pupitre con mi Profe Pimpa a mi lado, y en una foto más chica todos mis compañeros del kinder (1977).
Recuerdo mi curso de quinto básico, de madera y la profesora Heyna, el traslado del colegio al lugar actual, la maratón de los 1.000 niños, las kermesses del 21 de septiembre, los campeonatos de gimnasia del que siempre éramos campeones, de mi profesor Rogelio Salazar (pelopincho) a quién considero uno de los mejores profesores de educación física y gimnasia que he conocido y les aseguro que aún hoy es capaz de hacer paralela, recuerdo a la profesora Graciela Ayora y la novela que nos hizo leer (“El Perfume” de Patrick Süiskind) que afianzó mi pasión por la lectura.
Los verbos de inglés de la Profesora Ericka Pedraza a quien a veces hacíamos llorar con nuestra malacrianza, y como no recordar al profe José ‘Pepe’ Arriaza una eminencia en la materia de física y especialista en pillar copiones, Edgar ‘bigote’ Méndez de ciencias naturales, quien era profesor y amigo consejero al mismo tiempo, Juan ‘abuelo’ Vargas y las exposiciones de los periódicos murales que hacíamos en clases, las cuales en ese tiempo eran ‘revolucionarias’ ya que debíamos exponer noticias actuales y con análisis incluido, la química que nunca aprendimos con Jaime Bernal porque se pasaba la clase explicando sus ideologías políticas, José Orellana ‘muerte’, un apodo terrible para un hombre de gran corazón y tipango pa’ matemáticas, (nos desprogramaba las calculadoras científicas para que no podamos copiar), y otros que mi frágil memoria no recuerda ahora pero que siempre estarán conmigo como parte de mi formación.
Todo esto no hubiera sido posible sin el esfuerzo, pasión y amor que tuvo don Lolo Rivero, quien a pesar de las muchas adversidades que supo vencer siguió adelante con su colegio, mi colegio, aunque nunca dejare de reprocharle su incursión en la política que casi le hace abandonarnos, pero de una cosa estoy plenamente convencido a pesar de mis diferencias personales e ideologías con Lolo: en estos 40 años de vida el Colegio Gabriel Rene Moreno nunca haya sido lo mismo sin él.
Extraido del períodico "El Norte" - Escrito por un ex-alumno destacado del colegio